miércoles, 2 de mayo de 2012

NICARAGUA


17/1/2012 -  De nuevo con las mochilas al hombro, el mal humor debido a los grandes madrugones y un buen libro para hacer más llevadero el viaje… ¡otra vez en marcha! Por fin habíamos planeado nuestra visita a Nicaragua, que aunque breve, acabaría siendo una de las experiencias más sorprendentes y gratificantes de la ruta. Y así partimos por todo lo alto en clase ejecutiva (y esto SÍ son autobuses…)


A pesar de los pequeños conflictos entre ticos (costarricenses) y nicas (nicaragüenses), Nicaragua goza de una buena fama, promovida por la amabilidad de la gente del lugar y los bajos precios que te permiten conocer el país sin grandes dificultades. Un país sencillo, trasparente a los ojos del turista y querido por sus gentes, que aunque conscientes de los problemas delictivos con los que cuentan, defienden la puntualidad de estos hechos en zonas concretas del país, donde afirmaban con tristeza escrita en sus ojos que “hay lugares en los que la corrupción y las drogas te quitan todo lo que tienes”.

 
Tras un viaje de 7 horas, unos controles fronterizos un poco deficientes y unas películas que corrompían tu mente mezclando religión y machismo, conseguimos llegar a Rivas, una pequeña ciudad al sur de Nicaragua donde pasaríamos la noche por 250 córdobas (2,7 €).

 







 Nada más llegar saltamos a la calle a conocer un poco el ambiente tranquilo de Rivas, acompañadas de “Toña” la cerveza nacional y del policía del parque central quien parecía velar ininterrumpidamente por nuestra seguridad desde su banquito de yeso blanco.











Haciendo caso a los consejos que la peculiar señora del hospedaje nos dio, regresamos obedientes a las 22.30 h, cansadas pero con fuerzas para afrontar el día de mañana en el que nos dirigiríamos a Ometepe, una isla volcánica situada en el gran lago de Nicaragua, el lago Cocibolca.

...(si mamá, nos dijo a las 22.30 y le hicimos caso… quien nos hubiese visto hace unos años... )



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