El lugar poseía un encanto particular, que simulaba una mezcla entre historia magica de duendecillos irlandeses y el recuerdo que todos tenemos de las praderas de Heidi.
También contaba con instalaciones especializadas en el críadero de terneras de producción, un lugar pequeño y cuidado, donde el mimo Dr. Murillo se reflejaba en el aspecto de las terneritas.
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